En el llamado Muelle de Maura se yergue majestuosa desde hace más de 100 años la grúa de piedra, a quien, a pesar de su edad, parece que no le pesan los años.
Aun recuerdo hoy los días en los que buscaba su sombra mientras iba a pescar mules con la pandilla; sí, mules. ¿Que por qué mules? Pues porque era el pez que picaba con más facilidad. Lo hacíamos por la diversión de pescar, aunque a veces los pobres pececillos no volvían vivos al agua, ya que alguno de mis compañeros aprovechaba para realizar prácticas de cirugía.
Recuerdo como una de las situaciones más surrealistas de mi vida el momento en el que un amigo abría en canal un mule y cómo, de sus entrañas, emergía un clavel naranja. Me acuerdo cómo destacaba el vivo color de la flor con el fondo oscuro y muerto del pez. Justo después, o tal vez al mismo tiempo, una mujer nos gritaba y nos llamaba al orden por haber llevado a cabo tal ritual de sacrificio gratuito.
Perdonadme por la digresión, uno se va haciendo mayor y la mejor manera de no perder estos recuerdos es escribiéndolos. Os dejo con lo que sé que os gusta, fotos.
En esta fusión se pueden ver algunos de los protagonistas del muelle santanderino de principios del XX, el Cabo Nao, perteneciente a la naviera Compañía Sevillana de Navegación a Vapor, el Hotel Inglaterra, el Salón Pradera o el Palacio episcopal. Por cierto, la ola que veis se debe a que en el momento en el que tomé la foto (24 de noviembre de 2012) soplaba un fuerte viento sur.
Y por último, una vez más, he recuperado un par de fusiones pasadas.
Qué sola se sentiría la bahía de no ser por la compañía de la grúa, su fiel amiga.
Y con esto, me despido hasta la próxima, ¡un saludo!
2 Comentarios
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Instructivo, interesante, esperando próximas fusiones.
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AUTOR
¡Gracias! 🙂